Nació el 1 de octubre de 1932 en Leonas, Texas. Guitarrista tejano, primo de Lightnin´ Hopkins, mereció el apodo de “Iceman” (hombre de hielo) a causa de su personal técnica con la guitarra, de la cual extraía un sonido “helado”. Otra característica de Collins, eran los cien metros de cable que llevaba en la guitarra para poder moverse libremente por los escenarios y entre el público si las circunstancias lo permitían.
Ya su primer single, en 1958, fue un instrumental titulado “The Freeze” (la congelación), al que siguieron otros como “Frosty” (Encharcado) o “Ice Blues” (Blues helado), siempre para pequeños sellos tejanos y siempre con algún síntoma de congelación en el título. Más tarde, cuando dejó de grabar unicamente instrumentales, se solía definir así mismo como “el guitarrista que intenta cantar”, consciente de sus limitaciones vocales.
En 1969 se trasladó a Los Angeles, tras firmar un contrato con Imperial, discográfica con la que editó tres álbumes de funk-blues, más destinados al público de música soul (el estilo favorito de la juventud negra de los años 60) que a los fans del blues. Su carrera no despegó realmente hasta 1977, año en que firmó con Alligator. Sus tres primeros álbumes para este sello fueron nominados para los Grammy (galardón que finalmente obtendría con “Showdown!”, álbum compartido con Robert Cray y Johnny Copeland). Con ello, Collins fue consolidando su papel como mascarón de proa del sello. Durante el revival del blues en los años 80, Collins fue una de las mayores estrellas, llegando a tomar parte en el macrofestival “Live Aid”, televisado en directo para casi todo el mundo, invitado por su admirador George Thorogood. En 1991, después de cinco años sin grabar un álbum, fichó para el sello Point Blank, pero esta última fase de su carrera se vió truncada por un cancer. Albert Collins murió el 24 de Noviembre de 1993 en Las vegas, Nevada.
Collins será recordado no sólo por la cantidad y calidad de la música blues que interpretó a lo largo de su carrera, sino también por sus legendarias actuaciones en directo, en las que a menudo descendía del escenario y se mezclaba con la audiencia mientras continuaba tocando. Esta práctica está documentada en un cameo no acreditado de Collins, en la película “Adventures in Babysitting”. Collins le asegura a Elisabeth Shue que “nadie abandona este lugar sin cantar el blues”, obligándola a ella y a los niños que la acompañan a improvisar una canción antes de escapar.
Otra anécdota hilarante que ilusta la forma de actuar de Collins está recogida en el documental “Antones: Austin Home of the Blues”. Collins abandona el edificio, con la guitarra todavía enchufada y tocando. Minutos después, regresa al escenario, y un repartidor de pizzas viene y le entrega a Collins la pizza que había solicitado cuando abandonó el edificio. Collins había ido a Milto´s Pizza & Pasta a lo largo de una avenida contigua y había hecho el pedido mientras continuaba tocando.
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